Niños y campo siempre ha sido un binomio que combina muy bien. Se puede soltar a los retoños para que practiquen el trote y el galope con total tranquilidad. Los adultos minusvaloramos el poder de encantamiento que tienen los insectos, las piedras, los caminos. Después de haberlos llevado a Eurodisney, comprado la Wii, organizado una fiesta de cumpleaños con los trapecistas del Circo del Sol como invitados, resulta que, los llevas una tarde a coger moras y lo recuerdan como el no va más de la diversión.
Padres del mundo, tengan en cuenta que el monte es un centro de agotamiento infantil altamente recomendable. Ustedes sueltan a un niño hastiado, o a unas fierecillas a 300 revoluciones, y el monte se las devuelve serenas, relajadas, felices, con ganas de comer lo que se les ponga delante y de dormir 10 horas seguidas.
El campo hace niños felices y padres agradecidos.