Nuestro vivero favorito
En
breve seguro que sale algún estudio que relaciona la afición a la jardinería y la
longevidad.
Esas
mujeres, que por achacosas que estén, son capaces de levantarse de madrugada a tapar
los geranios cuando oyen que está granizando.
Armadas
con un bastón en una mano y la regadera en la otra.
Que
lo primero que hacen por las mañanas es quitar hojas secas y supervisar cada
nuevo brote.
Que
la ilusión de su vida es tener un invernadero.
Que
son capaces, al final del verano, de mover todos sus tiestos, uno a uno, a
algún lugar a cubierto. El traslado de Abu Simbel seguro que fue más fácil.
La ventana de M. y el balcón de A en dura pugna por alcanzar la máxima densidad floral por cm2
Pueden
desarrollar su pasión en cualquier hábitat, balcón, jardín, o huerto. Cualquier
recipiente sirve: bidones, latas de aceitunas, cubos viejos. (He visto cosas que no creeríais, he visto
una hormigonera con petunias).
El
ser capaz de transformar callejones, calles y fachadas, para que todos las
disfrutemos, debería estar subvencionado por los ayuntamientos.
Las primeras compras de la temporada
Y
mientras, nosotros, en la Casa Amarilla, hacemos lo que podemos y lo que las
heladas nos permiten.
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